No sabemos muy bien ni por dónde empezar. Lo que está ocurriendo en Canal Sur Televisión parece una pesadilla. No se trata solo de manipular impune y burdamente la información. No se trata solo de despilfarrar dinero público en programas basura de amiguetes. No se trata solo de haber superado en menos de un año la mala gestión y el uso partidista que los socialistas hacían de esta televisión y de esta empresa pública… Se trata de instaurar el miedo, el ordeno y mando, las técnicas mafiosas servidas en forma de expedientes disciplinarios ya preparados con nombres y apellidos, cocinados y a la espera de que el trabajador dé un paso en falso para empapelarlo. Así se actúa ahora en la RTVA, cloacas más propias de otras épocas que muchos tratan de revivir, el conmigo o contra mí.
La disidencia se paga cara. Ya son muchos los compañeros que han sufrido el desquicie de Álvaro Zancajo y su red de adocenados. Se trata simplemente de apartar de la circulación a cualquier trabajador que muestre un mínimo de resistencia a este atropello. Una prueba clara la hemos visto en Madrid y ahora también en nuestro Delegado Sindical, Emilio Maíllo. Es importante señalar que Zancajo no lo hace solo. No podemos apuntar únicamente a este espantapájaros cuyo currículo bastaría para que no volviese a trabajar nunca en ningún medio de comunicación público. Su fichaje, para sustituir a nuestro compañero Javier Domínguez, solo puede obedecer a lo más oscuro de la política. A la necesidad del Partido Popular de echarle un hueso a la ultraderecha de Vox y ese hueso somos nosotros. Solo una maniobra de estas características puede explicar que la Dirección General de la RTVA, Juan de Dios Mellado, y el propio gobierno de la Junta de Andalucía permitan algo así. Los informativos que hoy emite la Televisión de Andalucía no se los merecen ni la gente de derechas. Tenemos que hacerles responsables de lo que aquí está pasando también a ellos. ¡Mellado! ¡Bendodo! Están mirando para otro lado…
A los trabajadores de los Servicios Informativos de Canal Sur nos han echado a los perros, les importamos poco. De los colaboradores necesarios qué podemos decir… Esos compañeros que se prestan a mancillar esta profesión y a mancillarnos a todos. No llegamos a comprender cómo podrán justificarse a sí mismos lo que hacen. Son compañeros, no dejarán de serlo, pero será difícil que mantengan el respeto profesional de muchos trabajadores de esta casa cuando esto pase. Y pasará.